martes

Y un nudo en la garganta me apunta en la sien con un revólver, y se exprimen los ojos hasta el llanto.
La piel te arde y envejece; los huesos al borde de la quiebra, y mi garganta muda de tanto verte gritar.
Con claridad de príncipe a mendigo, sopa de letras tus versos.

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