Me siento decaer en tu imagen fría y profunda.
El vacío de tu mirada aplaca mis ilusiones,
el rechazo de tus manos provocan rigidez en mi corazón.
Se vuelven ásperos los labios sin ósculos,
Se vuelven ásperos los labios sin ósculos,
sangra la herida que con tu aroma cerraste una vez.
¿Para qué sanaste el desprecio, el dolor desesperante si me devuelves a la ruina de nadie?
Las calles obscuras se internan sin sol
¿Para qué sanaste el desprecio, el dolor desesperante si me devuelves a la ruina de nadie?
Las calles obscuras se internan sin sol
la sonrisa de la gente es falsa los árboles esperan el otoño gris.
No recuerdo aquella algarabía de estar juntos
No recuerdo aquella algarabía de estar juntos
el jubilo constante de nuestra juventud
la magia de llegar al éxtasis único de pasión
ya no queda nada,
se fue la risa se fueron las caricias, la intimidad, el respeto.
No queda nada de lo que fuimos,
No queda nada de lo que fuimos,
no somos los mismos que alguna vez soñamos,
una vida juntos me impones tu ausencia con furia…
me arrastras a tu constante caída libre desde el punto infinito
me encierras en misteriosas incógnitas de lo que llamas amor
me mataste de a poco...
y en esta agonizante despedida, solo puedo suspirar tu nombre.
Autora: Luciana Carelli
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